Nesta entrada deixamos publicado un poema escrito por Alfredo Vázquez Albite, coa seguridade de estar facendo algo que quixo facer el no seu momento.
Nel reflíctese o amor a unha terra, inculcado por unha nai, que con nove anos foi arrincada do seu mundo de San Cibrao da Pregación, para asentarse nunha terra, inicialmente, distinta e distante.
Dise que a infancia é a nosa patria, e Aurora -que así se chamaba a nai deste bonarense de ascendencia galega- soubo transmitirlle os sentimentos e lembranzas que nos seus escasos nove anos deu acumulado na terra que a tiña visto nacer.
Nunha das súas viaxes á Galicia --seguramente a derradeira--, en S. Cibrao, foi onde compuxo estes versos.
Deixamos como soporte gráfico a casa natal da súa nai e o cruceiro do que falaremos nunha próxima entrada.
Nel reflíctese o amor a unha terra, inculcado por unha nai, que con nove anos foi arrincada do seu mundo de San Cibrao da Pregación, para asentarse nunha terra, inicialmente, distinta e distante.
Dise que a infancia é a nosa patria, e Aurora -que así se chamaba a nai deste bonarense de ascendencia galega- soubo transmitirlle os sentimentos e lembranzas que nos seus escasos nove anos deu acumulado na terra que a tiña visto nacer.
Nunha das súas viaxes á Galicia --seguramente a derradeira--, en S. Cibrao, foi onde compuxo estes versos.
Deixamos como soporte gráfico a casa natal da súa nai e o cruceiro do que falaremos nunha próxima entrada.
Homenaje a las madres gallegas
De Galicia en una aldea; de Lugo no muy lejana,
ve la luz una mañana, mi madre; bendita sea.
Eran tiempos de pobreza; la comida no alcanzaba;
de la tierra, su pereza, los frutos le retaceaba.
De su terruño gallego parte la niña un verano;
en su cabeza un pañuelo y un gran talego en la mano.
“Adios lume dos meus ollos”, como dijo Rosalía;
su corazón destrozado habrá quedado aquel día.
Llorando desconsolada su madre la despedía;
segura la pobre estaba que nunca más la vería.
Pero también pensaría razonando en su dolor,
que habrá de ser lo mejor; "de fame non morrería"
Marcha la niña hacia el mar y la “veiga” se alejaba;
un mundo desconocido allá lejos se insinuaba.
Estuvo en la mar dos meses, y creyó que se moría…
jamás pensó que "tanta auga neste mundo cabería”.
Con su talego en la mano y una ilusión en su pecho,
llega a la tierra bendita donde habrá comida y techo.
Una paisana esperaba… y en su casa la cobija;
no la tratan como hija “mais techo non lle faltaba”.
Debió ganar su comida y para changas la han puesto;
con sus diez años y un cesto fue conociendo la vida.
Su niñez la fue gastando entre lavado y planchado;
pero un día no sé cuándo, un joven quedó prendado.
Padre mío idolatrado; ¡Qué fugaz fue tu presencia!
¡Qué pronto Dios te ha llamado!¡Cuánto lloramos tu ausencia!
Y mi madre nuevamente, sale a ganar el sustento;
pero entonces son más bocas… ¡Y en qué terrible momento!
Madre mía estoy pisando los senderos que has pisado;
y al “Cruceiro”tan soñado pasé un buen rato abrazado.
Hoy te rindo este homenaje aquí en tu tierra natal,
desde donde te arrancaron para bien… o para mal.
De Galicia en una aldea; de Lugo no muy lejana,
ve la luz una mañana, mi madre; bendita sea.
Eran tiempos de pobreza; la comida no alcanzaba;
de la tierra, su pereza, los frutos le retaceaba.
De su terruño gallego parte la niña un verano;
en su cabeza un pañuelo y un gran talego en la mano.
“Adios lume dos meus ollos”, como dijo Rosalía;
su corazón destrozado habrá quedado aquel día.
Llorando desconsolada su madre la despedía;
segura la pobre estaba que nunca más la vería.
Pero también pensaría razonando en su dolor,
que habrá de ser lo mejor; "de fame non morrería"
Marcha la niña hacia el mar y la “veiga” se alejaba;
un mundo desconocido allá lejos se insinuaba.
Estuvo en la mar dos meses, y creyó que se moría…
jamás pensó que "tanta auga neste mundo cabería”.
Con su talego en la mano y una ilusión en su pecho,
llega a la tierra bendita donde habrá comida y techo.
Una paisana esperaba… y en su casa la cobija;
no la tratan como hija “mais techo non lle faltaba”.
Debió ganar su comida y para changas la han puesto;
con sus diez años y un cesto fue conociendo la vida.
Su niñez la fue gastando entre lavado y planchado;
pero un día no sé cuándo, un joven quedó prendado.
Padre mío idolatrado; ¡Qué fugaz fue tu presencia!
¡Qué pronto Dios te ha llamado!¡Cuánto lloramos tu ausencia!
Y mi madre nuevamente, sale a ganar el sustento;
pero entonces son más bocas… ¡Y en qué terrible momento!
Madre mía estoy pisando los senderos que has pisado;
y al “Cruceiro”tan soñado pasé un buen rato abrazado.
Hoy te rindo este homenaje aquí en tu tierra natal,
desde donde te arrancaron para bien… o para mal.
A toda madre gallega
vaya este humilde homenaje.
Para ser gallega y madre
preciso es tener coraje.
vaya este humilde homenaje.
Para ser gallega y madre
preciso es tener coraje.
1 comments:
Pues sí que es un bonito poema a una madre. Sí , durante mucho tiempo para ser gallega y madre había que tener coraje . En estos tiempos en los que somos nosotros los que recibimos emigrantes , no estaría tampoco mal decir que para ser madre y emigrante en pleno siglo 21 también hay que tener mucho coraje.
Gracia por publicarlo.
Un abrazo
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